lunes, 22 de octubre de 2012

Estres


¿QUÉ ES EL ESTRÉS?

    El término estrés proviene de la física y la arquitectura y se refiere a la fuerza que se aplica a un objeto, que puede deformarlo o romperlo. En la Psicología, estrés suele hacer referencia a ciertos acontecimientos en los cuáles nos encontramos con situaciones que implican demandas fuertes para el individuo, que pueden agotar sus recursos de afrontamiento.

    La definición del término estrés ha sido muy controvertida desde el momento en que se importó para la psicología por parte del fisiólogo canadiense Selye (1956). El estrés ha sido entendido:
  • como reacción  o respuesta del individuo (cambios fisiológicos, reacciones emocionales, cambios conductuales, etc.)
  • como estímulo (capaz de provocar una reacción de estrés) 
  • como interacción entre las características del estímulo y los recursos del individuo. 

   En la actualidad, este último planteamiento, se acepta como el más completo. Así pues, se considera que el estrés se produce como consecuencia de un desequilibrio entre las demandas del ambiente (estresores internos o externos) y los recursos disponibles del sujeto. De tal modo, los elementos a considerar en la interacción potencialmente estresante son: variables situacionales (por ejemplo, del ámbito laboral), variables individuales del sujeto que se enfrenta a la situación y consecuencias del estrés.

    El estrés puede ser definido como el proceso que se inicia ante un conjunto de demandas ambientales que recibe el individuo, a las cuáles debe dar una respuesta adecuada, poniendo en marcha sus recursos de afrontamiento. Cuando la demanda del ambiente (laboral, social, etc.) es excesiva frente a los recursos de afrontamiento que se poseen, se van a desarrollar una serie de reacciones adaptativas, de movilización de recursos, que implican activación fisiológica. Esta reacción de estrés incluye una serie de reacciones emocionales negativas (desagradables), de las cuáles las más importantes son: la ansiedad, la ira y la depresión.



Ansiedad y estrés


    Muchas veces ansiedad y estrés se usan como sinónimos, entendiendo en ambos casos un mismo tipo de reacción emocional, caracterizada por alta activación fisiológica. Sin embargo, existen tradiciones diferentes a la hora de estudiar ambos fenómenos. El estrés es un proceso más amplio de adaptación al medio. La ansiedad es una reacción emocional de alerta ante una amenaza. Digamos que dentro del proceso de cambios que implica el estrés, la ansiedad es la reacción emocional más frecuente. Muchos estímulos o situaciones pueden provocar en el individuo la necesidad de movilizar recursos para dar respuesta a las demanda de dicho estímulo, o para volver al estado inicial de equilibrio en el que se encontraba inicialmente. Al estímulo le llamamos estresor, o situación estresante.

Como se produce el estrés

  Existen dos tipos de factores que pueden producir estrés : a)Estímulos Externos: problemas económicos, familiares, exceso de trabajo, temor entre otros .b) Estímulos Internos: son propios del organismo, por ejemplo un dolor, una enfermedad, sentimientos de inferioridad, problemas sociológicos y otros. Existen dos tipos de estrés : 1).Estrés Físico. 2) Estrés Mental. El estrés físico es producido por el desarrollo de una enfermedad, por un infección aguda, por traumas, embarazo etc, mientras que el estrés mental es aquel que se produce por angustias, preocupaciones en muchos casos de tipo económico, afectivo, problemas en el trabajo entre otros.        

Síntomas del estrés                                                                                 

  Los síntomas físicos, pueden ser dolor de cabeza, de espalda, cansancio,  sudoración, gastritis etc. Entre los síntomas sociológicos puede señalarse cuando una persona se le olvidan todas las cosas, se siente cansado, alterado, las relaciones con otras personas enmpiezan a fallar, se pelea con todo el mundo. Cuando una persona se enfrenta a una situación de estrés el sueño es lo primero que se pierde (insomnio), tiene pesadillas, aumenta el apetito o por  el contrario no le da hambre. Una persona expuesta a situaciones de estrés constante tiene mucha probabilidad de desarrollar problemas de hipertensión.      

Cómo combatir el estrés

    Cuando el estrés lo amenace, solicite ayuda, generalmente la persona efectada es la última en saberlo y puede enfrentarse al estrés cuando ya haya causado daños al organismo. Algunos aspectos importantes para combatir el estrés : 1. Compartir con alguien cualquier situación estresante. Si lo asaltan en la
calle no se guarde este sentimiento de miedo, cuénteselo a un pariente o amigo.
2. Resuelva los problemas en el momento en que se le presenten,

no permita que se le acumulen.
3. Mantenga una nutrición adecuada, pues el organismo debe estar

preparado para el gasto adicional de energía que genera una situación
 de estrés.
4. Haga ejercicio físico, esto le permitirá deshacerse de sustancias

tóxicas que se acumulan en el organismo y además, le fortalece el
sistema circulatorio y el músculo del corazón.
5. Es importante organizar su vida, tener metas y administrar el tiempo

adecuadamente.


       

domingo, 21 de octubre de 2012

Brucelosis

brucelosis

¿Qué es la brucelosis?

 La brucelosis es un conjunto de enfermedades causadas por una bacteria perteneciente al género denominado Brucella. Se trata de una enfermedad antropozoonótica, es decir, es una enfermedad que puede ser transmitida a los humanos por diversos animales vertebrados. Podría decirse que el ser humano no es en realidad el objetivo de este grupo de bacterias, sino que su infección es un accidente en la cadena epidemiológica (camino que sigue el agente patógeno desde su hábitat natural hasta el hospedador susceptible), puesto que su huésped habitual suelen ser otros mamíferos (ganado ovino, bovino, caprino, porcino, perros, cetáceos, etcétera).
En humanos se han dado casos de infección por B. melitensis, que originalmente afecta sobre todo a cabras y ovejas, y que es la responsable de la mayoría de los casos observados en España. B. abortus, que afecta al ganado bovino; en humanos suele presentarse como una patología asintomática. Y B. suis aparece en ganado ovino y porcino; el porcentaje de infección en humanos es bastante bajo.

Es una de la zoonosis conocida también como: Fiebre de Malta, Fiebre del Mediterráneo, Fiebre Ondulante o Recurrente en el Hombre, Enfermedad de Bang, aborto epizoótico en el ganado,
Las especies patógenas para los animales son: Brucella melitensis en cabras, B. Abortus en bovinos, B. suis en cerdos, B. canis en caninos, B. ovis en ovinos y B. neotomae en ratas canguro. La B. melitensis es la más común y notoria en el humano, no se han comprobado en el hombre, casos de B. ovis y B. neotomae.

            
¿Cómo se transmite?
 
El contagio de la enfermedad suele darse por contacto con fluidos provenientes de algún animal infectado (sangre, orina, heces, fluidos vaginales, fetos abortados, placenta) y debido al consumo de productos de origen animal infectados, principalmente leche cruda o productos lácteos elaborados con leche cruda.
Por lo general, no suelen darse casos de contagio persona a persona, solo se han podido detectar en circunstancias determinadas como trasplantes con órganos infectados, contacto sexual con un individuo enfermo, o un bebé lactante amamantado por una madre infectada.
Las vías de contagio, es decir, el lugar por donde la bacteria penetra en el organismo una vez ha establecido contacto con el individuo, suelen ser la boca, nariz, ojos y zonas lesionadas en la piel (cortes, heridas, etcétera). La ingesta de un producto infectado suele ser la forma más común de contagio no relacionado con el entorno laboral.
 

Esta enfermedad zoonótica en el hombre se transmite en forma directa, por la ingesta de leche y consumo de derivados lácteos no pasteurizados, o bien, en forma indirecta por el contacto con productos, subproductos y desechos orgánicos, como tejidos o excreciones de animales que padecen la enfermedad, asimismo se puede infectar por inoculación de brucela o inhalación de polvos de corrales, establos o mataderos donde la bacteria se encuentre; por lo cual atender animales enfermos con brucelosis, manipular carne o vísceras de animales infectados o trabajar en un laboratorio y contaminarse con el germen, se ha considerado como una enfermedad ocupacional de alto riesgo.

   

Síntomas de la brucelosis

El periodo de incubación de la brucelosis puede ser muy variable, desde cinco días hasta varios meses. Lo más común es que los primeros síntomas comiencen a observarse entre 10 y 30 días tras la exposición al patógeno.  
Los síntomas de brucelosis pueden ser muy distintos en cada individuo, dándose incluso casos asintomáticos.
El camino que sigue la bacteria tras penetrar en el organismo tiene su primera parada en los ganglios linfáticos; si en este punto las defensas del individuo no son capaces de eliminar al patógeno, este se multiplicará y pasará al torrente sanguíneo. En este momento podrán observarse los síntomas típicos de la etapa aguda de la enfermedad. Lo más común y característico de dicha etapa es la aparición de fiebre de hasta 38ºC que dura varios días, tras los cuales desciende, apareciendo posteriormente en oleadas y acompañada de sudoración profusa, desproporcionada con el estado febril y normalmente en las horas nocturnas, y dolores articulares, musculares o neurológicos. El paciente puede presentar un estado de cansancio continuo y, en muchas ocasiones, estreñimiento. A esto se le pueden sumar síntomas poco específicos como fatiga, dolor de cabeza o pérdida de peso.
Una vez en la sangre la bacteria tendrá acceso a diversos órganos y tejidos  del cuerpo, adquiriendo localizaciones focales:
  • Orquiepididimitis: inflamación del testículo y del epidídimo (conducto que conecta el testículo con los conductos deferentes). Ocurre en 5 de cada 100 pacientes varones.
  • Afectaciones focales del sistema osteoarticular:
  • Sacroileítis: inflamación de la articulación sacroilíaca, articulación situada entre el hueso sacro y el ilion del hueso coxal, en la parte final de la espalda.
  • Espondilitis: inflamación de las articulaciones de la columna vertebral. Da lugar a dolores lumbares, rigidez, etc.
  • Bursitis: inflamación de la bursa, estructura situada entre los huesos, tendones y músculos, y cuya función consiste en facilitar el movimiento de estas estructuras evitando el rozamiento entre ellas.
  • Tenosinovitis: inflamación de la vaina que recubre un tendón.
  • Granulomatosis  hepática: lesión inflamatoria que da lugar a una masa o granuloma conformado por la acumulación de células del sistema inmune.
  • Neumopatía brucelar: conjunto de trastornos pulmonares que pueden incluir diversos síntomas.
La llegada de las bacterias al sistema nervioso central y la endocarditis (inflamación del endocardio, pared interna del corazón) son las complicaciones más graves; estas, al igual que los casos de lesiones dermatológicas, son bastante raras y suelen darse principalmente en individuos que están continuamente expuestos al patógeno debido a su ocupación laboral.
La brucelosis tiene una elevada tendencia a producir recidivas (reaparición de los síntomas), sobre todo en los tres meses posteriores a la enfermedad y en los casos que no han sido tratados. Algunos individuos pueden llegar a sufrir dolencias derivadas de la enfermedad durante años, dando lugar a un cuadro crónico que derivará en una disminución de la función músculo esquelética, alteraciones neurovegetativas, parestesia (sensación alterada de los sentidos que se manifiesta en forma de hormigueos, adormecimiento, etc.) y dolores articulares.
                  

¿Quiénes son los más expuestos a enfermar de brucelosis?

Trabajadores de la industria de la carne y leche, ganaderos, médicos veterinarios, granjeros, matanceros, carniceros, amas de casa que llegan a manejar carne contaminada. 

 
¿Por qué es importante detectar la brucelosis en la salud pública?
 

Al existir condiciones del medio ambiente que favorecen su propagación y por ser una enfermedad frecuente en animales domésticos y silvestres, es necesario que la población conozca este problema que se considera poco frecuente en humanos desde el punto de vista clínico, aunque cada vez los estudios de laboratorio identifican más casos.
¿Dónde existe la brucelosis?

Su distribución es mundial y se presenta todo el año. En nuestro país el 75% de las entidades han reportado casos humanos y animales.

Diagnóstico de la brucelosis

Dada la gran variedad de síntomas que puede producir la brucelosis, la detección de la enfermedad no es siempre fácil. Los datos aportados por el paciente acerca de su ocupación laboral y la zona donde reside o trabaja pueden ser de mucha ayuda para determinar el diagnóstico. En las zonas endémicas, los profesionales sanitarios están familiarizados con este tipo de casos y, por tanto, el diagnóstico suele ser rápido y certero. Esta distribución localizada de la enfermedad supone una desventaja en las zonas donde la brucelosis no aparece de forma habitual, puesto que las pruebas diferenciales para esta afección no se realizan de forma rutinaria, y los casos tienden a detectarse cuando la enfermedad está ya bastante avanzada.
El análisis de laboratorio es una prueba imprescindible en la búsqueda de indicios de brucelosis, ya que permitirá conocer a ciencia cierta cuál es el agente causante de la patología (en caso de que este sea un agente bacteriano). El procedimiento consiste en tomar una muestra de sangre  y realizar con ella un cultivo, es decir, mantener la muestra en unas condiciones concretas que hagan posible el crecimiento de la bacteria. Esto permite, en primer lugar, determinar la presencia/ausencia de bacterias en la sangre.
Si aparecen colonias (agrupaciones de bacterias que aparecen en el medio cuando hay crecimiento), se podrá determinar si estas pertenecen a Brucella, según sus características de color y forma. Posteriormente puede tomarse una muestra de las bacterias cultivadas y observar al microscopio su morfología, que será comparada con la del patógeno sospechoso. Se pueden realizar además una serie de pruebas bioquímicas que aportarán datos adicionales para la confirmación del diagnóstico de brucelosis.

Las manifestaciones clínicas más frecuentes son: escalofrío, dolor de cabeza, fiebre continua de 40 ºC o más, crisis sudorosas, mialgias, artralgias y ataque del estado general, pudiendo persistir manifestaciones de endocarditis, encefalitis, anemia. El diagnóstico microbiológico se basa en estudios de laboratorio para determinar la presencia del agente etiológico en el organismo del enfermo. La prueba inequívoca para el diagnóstico específico de brucelosis es el cultivo de sangre, LCR o sinovial.
La prueba rápida con Rosa de Bengala, en una muestra serológica sí resulta positiva, se somete a las pruebas confirmatorias con aglutinación estándar en tubo (SAT) y dos mercapto etanol (2ME), sí SAT, aglutina 1:80, la persona tiene brucelosis, y hay que iniciar el tratamiento. 

 
¿Qué terapéutica antimicrobiana se sugiere?
 

Los medicamentos a utilizar en el tratamiento de un caso de brucelosis, se dan conforme al esquema que se seleccione, correspondiendo:
Esquema A. Consta de tetraciclina y estreptomicina por 21 días.
Esquema B. Formado por la combinación de rifampicina y trimetoprim con sulfametoxazol por 21 días.
Esquema C. En los casos en que existe fracaso con la ministración de los esquemas A y B, se da la combinación de rifampicina y doxiciclina por 42 días.

Tratamiento de la brucelosis

El tratamiento de la brucelosis consiste en la administración de una combinación de antibióticos. Ningún antibiótico elimina por sí solo la infección de forma eficaz. Antes de aplicar cualquier tratamiento, el médico debe identificar el alcance de la infección, es decir, debe valorar la presencia de localizaciones focales y complicaciones como meningoencefalitis o endocarditis; en este último caso, al tratamiento con la medicación habitual (rifampicina y doxiciclina) se le añadirá un tratamiento con un tercer antibiótico (normalmente tetraciclina o un aminoglucósido).
El objetivo del tratamiento es, además de reducir el periodo sintomático de la enfermedad, evitar la aparición de complicaciones tales como la localización focal de la patología, y disminuir al máximo la aparición de recidivas.
La duración recomendada del tratamiento de la brucelosis es de un mínimo de seis semanas; en los casos que presentan localizaciones focales, puede prolongarse algo más en función de la evolución de los síntomas.
Como todos los tratamientos de larga duración, el de la brucelosis presenta el problema del abandono del mismo. Es de suma importancia llevar a cabo el proceso completo ya que, si ya de por sí esta enfermedad presenta una alta tasa de aparición de recidivas, un seguimiento incompleto del tratamiento equivaldrá prácticamente a la ausencia del mismo.
En los pacientes que cumplen con las dosis y el periodo prescritos la aparición de recidivas depende sobre todo de la presencia de localizaciones focales. La medicación que se aplicará en el caso de que se presente una recidiva será la misma que la del tratamiento inicial, dado que Brucella tiene la característica (al menos por el momento) de no presentar resistencias a ninguno de los antibióticos empleados para combatirla (en ocasiones las bacterias se hacen resistentes a antibióticos a los que han sido expuestas previamente).








Prevención de la brucelosis

España es uno de los países con más casos de brucelosis al año,  es considerada aún endémica, y los costes económicos derivados de su control y tratamiento suponen un gran gasto sanitario. La mayoría de estos casos aparecen entre individuos relacionados con determinados sectores profesionales (grupos de riesgo), como son los pastores, ganaderos, trabajadores de mataderos, carniceros, veterinarios y personal de laboratorio. Por ello, es de especial importancia el control a distintos niveles en los respectivos lugares de trabajo.
Un método de prevención adecuado deberá incluir medidas, dirigidas por un lado a minimizar las situaciones de riesgo localizadas principalmente en los lugares de trabajo y, por otro lado, a tratar de incrementar la inmunidad. Para lograr esto deben aplicarse medidas a dos niveles; en primer lugar deben prevenirse en lo posible los casos de brucelosis en animales y, en segundo lugar, debe prevenirse la aparición de casos de brucelosis en humanos.
Para evitar la aparición de la enfermedad  y el contagio en animales pueden realizarse diversas acciones:
  • Asegurarse de que la población ganadera se encuentra sana mediante la observación de las hembras preñadas (la presencia de abortos es uno de los indicios más comunes de la enfermedad en los animales), análisis de muestras de abortos, cuarentena de animales nuevos, establecimiento de programas de vacunación, y controles periódicos mediante test bioquímicos que permitan el diagnóstico precoz.
  • Higiene de material de laboratorio (desinfección de tijeras, guantes, etc.) y de locales. Las salas de partos o de tratamiento de material de origen animal, deben tener unas características que faciliten su limpieza (las paredes deben estar preferentemente revestidas de baldosines).
  • Deben evitarse abrevaderos y comederos comunes, pues incrementan el riesgo de contagio.
  • Desinfección del personal a la entrada y salida de la explotación.
En lo referente al contagio humano:
  • Educación sanitaria. Una población bien informada acerca de los factores de riesgo y medidas preventivas es fundamental para evitar futuros contagios.
  • Control de la calidad de los productos lácteos. En caso de que se consuman productos caseros no sometidos a un proceso industrial, es recomendable hervir la leche antes de su ingesta.
  • Los ganaderos deben evitar la tendencia de acumular los restos y deshechos derivados de la labor en zonas próximas a la vivienda, ya que las bacterias presentes en el polvo y transportadas por el viento pueden llegar fácilmente a la casa.
  • Utilizar prendas protectoras por parte de los profesionales expuestos a Brucella, como guantes que cubran todo el antebrazo, botas altas de goma, mandiles, monos y mascarillas. Las prendas deben ser de materiales fáciles de limpiar y desinfectar, o bien tratarse de prendas desechables.
  • Adecuada higiene personal, antes y después de la jornada laboral.
  • Vacunación, no existe aún una vacuna cuya eficacia haya sido probada en un porcentaje que asegure su fiabilidad, pero actualmente se están llevando líneas de investigación en este sentido en diversos laboratorios.
 

GASTROENTERITIS



Gastroenteritis

Gastroenteritis

Definición

Es una inflamación de la mucosa gástrica (del estómago) y del intestino debido a un agente infeccioso (virus, bacterias...), tóxico, traumático, etc. Se suele manifestar con diarrea (consistencia líquida de las heces con aumento del número de las deposiciones), acompañado o no de náuseas, vómitos y de dolor abdominal.

La gastroenteritis pueden aparecer en forma de casos aislados o puede formar parte de un brote infeccioso (por salmonelosis, por ejemplo) con numerosos casos, en función del número de personas sometidas al agente causal (comidas infectadas en bodas, banquetes). Lo más frecuente es la forma en que aparecen casos aislados o esporádicos. Generalmente la enfermedad, cuando tiene un origen infeccioso, se contrae por vía oral, por la ingestión de agua o alimentos contaminados. 

Cuando la causa es infecciosa normalmente está producida por un virus, las infecciones por bacterias son menos frecuentes, otros microorganismos patógenos (parásitos...) pueden también producir gastroenteritis infecciosas, siendo estos últimos más frecuentes en entornos en los que la higiene es menor, siendo cada vez menos frecuentes en España. La gastroenteritis es una afección muy común en la infancia, aunque en el mundo occidental es raro que sea grave.

Muchos son los virus que pueden causar gastroenteritis, incluyendo rotavirus, norovirus, adenovirus, sapovirus y astrovirus. La gastroenteritis no viral es causada por bacterias (como Salmonella enterica o Escherichia coli), por parásitos (como Giardia lamblia) o por medicamentos u otros agentes médicos, aunque los síntomas pueden ser similares. Una visita al médico puede determinar si la diarrea es causada por un virus o por otras causas.
 

Síntomas 


 Los síntomas más frecuentes son vómitos, náuseas, dolor abdominal y diarrea. La persona afectada puede padecer también dolor de cabeza, fiebre y calambres musculares.
El tipo y la gravedad de los síntomas dependen del tipo y de la cantidad de la toxina o del microorganismo ingerido. También varían de acuerdo a la resistencia de la persona a la enfermedad. Los síntomas a menudo comienzan súbitamente (a veces de forma llamativa) con pérdida de apetito, náuseas o vómitos.
Pueden presentarse ruidos intestinales audibles, retortijones y diarrea con o sin presencia de sangre y moco. Las asas intestinales pueden dilatarse con el gas y causar dolor. La persona puede tener fiebre, sentirse decaída, sufrir dolores musculares y notar cansancio intenso.
Los vómitos repetidos y la diarrea pueden conducir a una marcada deshidratación y a una intensa hipotensión (disminución de la presión arterial). Tanto los vómitos excesivos como la diarrea pueden causar una grave pérdida de potasio, que se traduce en bajos valores sanguíneos de éste ion (hipopotasemia).
También bajan los valores de sodio (hiponatremia), particularmente si la persona repone el volumen perdido bebiendo sólo líquidos que contengan poca sal (como el agua y el té). Todos estos desequilibrios son potencialmente graves.
En general, los síntomas empiezan 1 a 2 días después de la infección que causa la gastroenteritis y puede durar de 1 a 10 días, dependiendo del agente que causa la enfermedad.


Tipos y causas

Intoxicaciones puras por una toxina: los trastornos se deben a la ingestión de la toxina preformada del alimento contaminado (periodo de incubación corto).
Formas infecciosas: se deben a la multiplicación en el organismo de gérmenes ingeridos con los alimentos contaminados (periodo de incubación prolongado).
Las toxiinfecciones alimentarias obedecen a la ingesta de alimentos contaminados, en particular carne y aves de corral, huevos, leche y productos lácteos, pescado y productos crudos del mar.
La mayoría de las veces los gérmenes causantes son Salmonella, Stafilococo aureus, Clostridium perfringens, Campylobacter jejuni, Bacillus cereus.
 

Diagnóstico

Generalmente la gastroenteritis viral es diagnosticada por un médico sobre la base de los síntomas y el examen médico del paciente. La infección por rotavirus puede ser diagnosticada mediante pruebas de laboratorio de una muestra de heces. Los exámenes para detectar otros virus que causan la gastroenteritis no se utilizan de forma rutinaria.
Lo más importante en el tratamiento de la gastroenteritis es prevenir la pérdida severa de líquidos (deshidratación). Este tratamiento debe comenzar en casa. El médico puede darle instrucciones específicas acerca de qué tipo de líquido debe consumir. Los medicamentos, incluyendo antibióticos (los cuales no tienen ningún efecto sobre los virus) y otros tratamientos, deberán ajustarse a las prescripciones realizadas por un médico.
 

Tratamiento de los niños

El objetivo del tratamiento es hacer que el niño esté cómodo y prevenir la deshidratación. Los siguientes consejos pueden ser útiles, si bien, lo más importante es seguir las instrucciones dadas por el pediatra:
  • Asegúrese de que el niño guarde reposo.
  • Para prevenir la deshidratación dele a su niño abundantes líquidos tales como agua o caldos. También puede darle una solución hidratante oral como Pedialyte, la cual puede conseguir en una tienda de alimentos o farmacia. Inicialmente, haga que el niño tome pequeños sorbos del líquido para evitar las náuseas.
  • No le dé a su niño bebidas que contengan mucho azúcar ya que pueden empeorar la diarrea. Tampoco le dé bebidas para deportistas, las cuales no tienen la mezcla adecuada de agua, azúcar y minerales y podrían empeorar los síntomas.
  • Cuando su niño pueda volver a comer dele sus comidas habituales.
  • Pregúntele al médico de su hijo si debe evitar algunos alimentos mientras se recupera de la gastroenteritis.
Acuda a su médico si observa los siguientes síntomas:
  • Si tiene más de 38º de fiebre.
  • Hace más de 6 horas que vomita y tiene diarrea.
  • Tiene diarrea sanguinolenta (con sangre).
  • Está aletargado.
  • Tiene dolor de estómago muy fuerte.
  • No logra retener ni siquiera pequeñas cantidades de líquido.
  • Muestra señales de deshidratación, como orina muy oscura o escasa, sed excesiva, boca seca o mareo.                                  
                                                                  

Tratamiento de adultos

Las medidas generales que se deben tomar en caso de gastroenteritis son: reposo relativo, en función del estado del paciente, fácil acceso al baño. Si los vómitos no son muy importantes, bebidas por boca, como té edulcorado, gaseosas o soluciones equilibradas de reposición electrolítica.

Si los síntomas son más graves, hidratación parenteral (en un hospital) con reposición de electrolitos. La dieta debe ser aumentada progresivamente, según la tolerancia, con cereales cocidos blandos, gelatina, consomés, pudines simples y huevos ligeramente cocidos.
Habitualmente, el único tratamiento necesario para la gastroenteritis viral es la ingestión de líquidos adecuados. Incluso una persona que esté vomitando debe tomar pequeños sorbos de líquido para corregir la deshidratación, lo que a su vez puede ayudar a que cesen los vómitos. 

Si éstos se prolongan o el individuo se deshidrata gravemente, puede ser necesario administrar los líquidos por vía intravenosa. Dado que los niños se deshidratan con mayor facilidad, ellos deben recibir líquidos con un balance apropiado de sales y azúcares. Cualquiera de las soluciones de rehidratación disponibles comercialmente es satisfactoria.

Sin embargo, no son apropiados para los niños con diarrea los líquidos que generalmente se administran, como las bebidas carbonatadas, el té, las bebidas consumidas por deportistas y los zumos de frutas. Si los vómitos son intensos, el médico puede administrar una inyección o prescribir supositorios.
A medida que los síntomas mejoran, el paciente puede añadir gradualmente a la dieta comidas blandas como cereales cocinados, plátanos, arroz, compota de manzana y pan tostado. Si la modificación de la dieta no corta la diarrea después de 12 a 24 horas y si no hay sangre en las heces que indique una infección bacteriana más importante, pueden administrarse fármacos específicos bajo prescripción médica.
Como los antibióticos pueden causar diarrea y favorecer el crecimiento de organismos resistentes a los mismos, raramente resulta apropiado su uso, aún en el caso de que una bacteria conocida esté produciendo la gastroenteritis.
Sin embargo, los antibióticos se pueden usar cuando los causantes son ciertas bacterias como el Campylobacter, la Shigella y el Vibrio colerae. En cualquier caso, el tratamiento será siempre prescrito por un médico.